Día Mundial del Turismo 2016, ¿como afrontar la turismofobia?

El próximo mes de septiembre se celebrará el Día Mundial del Turismo., una actividad clave para la economía de nuestro país y que en estos últimos días de agosto está presente casi a diario en los medios de comunicación. Desde el CETR nos gustaría incidir en algunos aspectos que no siempre son bien reflejados en esas noticias.

Parece que el crecimiento del turismo es imparable y no tiene límites. La OMT, pronostica que las llegadas de turistas internacionales a escala mundial crecerán un 3,3% anualmente hasta el año 2030 y alcanzarán en ese año los 1.800 millones de personas, el doble de los del año 2010.

Las noticias con el buen momento del turismo en España se suceden día tras día en los informativos. 2016 batirá los récords en número de turistas que se establecieron en 2015.

En primer lugar, insistir en una idea que es para nosotros es clave, que aumente el número de turistas no tiene porqué ser un dato positivo, también aumentan los impactos negativos y el consumo de recursos. Es una falacia entender ese aumento ilimitado como un dato a celebrar sin más consideraciones, no olvidemos que la rentabilidad suele estar más asociada a la calidad que a la cantidad.

Otra cuestión de suma importancia es la coyuntura en la que nos encontramos: gran inestabilidad en el norte de África, próximo oriente y este de Europa; vuelos económicos, gracias en parte al abaratamiento del petróleo, y un euro bastante devaluado. Parte de esos turistas que nos llegan especialmente en el verano no habrían elegido como primera opción España, llegan empujados por otras causas.

Comienzan a surgir muchas voces que reclaman la necesidad de un cambio profundo en el sector, que no siempre obtienen el eco necesario, para llegar al gran público; un modelo que apueste por una mayor calidad, una oferta más diversificada en cuanto a los productos, que busque desestacionalizar la oferta y que retribuya mejor al personal del sector turístico (como muestra un informe del Ayuntamiento de Barcelona, sobre las remuneraciones salariales medias en el 2014 donde se constata que el sector económico con más bajo nivel salarial es el de hostelería -la mitad del sueldo medio en la ciudad-).

Necesitamos más innovación en los productos, en los destinos, una innovación comprometida. Aumentar la profesionalización del sector y consolidar formas de hacer turismo con mayor valor añadido: turismo cultural, observación de la naturaleza, el senderismo, las vacaciones en bicicleta, el turismo de buceo, el enoturismo, el turismo rural. Propuestas dónde la calidad tiene más peso que la cantidad, que nos alejen del turismo entendido como un monocultivo. Incrementar la competitividad mejorando la segmentación y la diferenciación. Tenemos que readaptar nuestros destinos a la nueva situación turística, avanzar para poder calcular la capacidad de carga turística antes de que se produzcan situaciones de conflicto. Lamentablemente a pesar de la importancia del sector en España carecemos de una visión de estrategia de conjunto y a largo plazo y no invertimos como debiéramos en inteligencia turística.

Un dato que comienza a preocupar es la continua caída del gasto medio por turista y que evidencia nuestra dependencia de los principales mercados emisores y de la “touroperación”, especialmente en las islas que siguen acaparando un porcentaje muy alto de las llegadas de turistas extranjeros, como refleja Gonzalo González Jiménez de la Espada en su libro «Evolución y retos del sector hotelero en España».

Necesitamos un turismo que aporte más al territorio, genere rentas dignas y que sea más sostenible. Un turismo que consuma menos recursos naturales (Greenpeace nos recuerda que todavía hoy siguen en marcha proyectos urbanísticos que amenazan nuestro litoral y en los que tienen mucho construcciones relacionadas con el turismo) y que realmente contribuya al bienestar de las personas que viven en los territorios turísticos,.

El Síndrome de Venecia comienza a extenderse por el mundo y avanza rápidamente. Varias ciudades europeas comienzan a dar la voz de alarma, el Der Spiegel publicó recientemente un reportaje en el que hablaba sobre la creciente hostilidad de ciudades como Barcelona, Berlín, París, Viena, Hamburgo, Amsterdam, Praga y Dubrovnik frente a lo que reconoce ya como una invasión.

Es tiempo de recordar a Hans Magnus Enzensberger que vislumbro el problema ya en 1958. En su «Una teoría del turismo», escribió: «los viajeros, con su mera presencia, amenazan con destruir lo que de hecho están buscando: originalidad y color local».

El caso de Barcelona es especialmente destacado donde incluso se ha creado una Assemblea de Barris per un Turisme Sostenible en la que participan más de 40 asociaciones en un intento de coordinar las protestas en contra del turismo masivo.

Baleares intenta buscar una solución a una situación que se describe como de saturación y masificación. El Govern ha recurrido a dos expertos para actuar contra la saturación turística. Los profesores de la Universitat de les Illes Balears (UIB) Carles Manera e Ivan Murray han recibido el encargo de estudiar cómo actuar contra la saturación y fomentar el turismo sostenible, mientras el GOB, el Grupo Balear de Ornitología y Defensa de la Naturaleza culpa al mismo Govern de la masificación turística que recordemos es el fruto de muchos años de promoción turística y de crear infraestructuras para hacer crecer el turismo en la isla.

También hay voces críticas que culpan claramente de algunos de estos problemas a parte del sector turístico y su falta de visión a largo plazo exponiendo situaciones que nos muestran como nos alejamos del turismo de calidad en un destino tan relevante como el Camino de Santiago y la propia ciudad de Santiago de Compostela.

El término turismofobia se está instalando en el lenguaje cotidiano de muchos destinos que están sufriendo los efectos de un turismo que parece fuera de control. Aunque a veces se hace raro leer a personalidades muy conocidas, como Sánchez Dragó que ha ejercido como turista en muchas ocasiones que se declaré abiertamente como turimósfobo, como Nebel que hablaba del turismo como una de las grandes epidemias de occidente. ¿Tiene sentido esa actitud del que se define como viajero y que odia ver el que creía su exclusivo coto invadido por las masas? ¿Acaso hoy no somos todos turistas?

Es urgente que nos tomemos en serio que tenemos que actuar para redirigir la actividad turística y conseguir que verdaderamente demos pasos hacia un turismo sostenible y responsable. El conflicto está servido, no hacer nada sólo acrecentará el problema. Obremos en consecuencia.